Tras una semana caótica en la que Syriza consiguió ponerse enfrente a todos los socios europeos, su gira por Europa está siendo un baño de realidad. Francia, Reino Unido e Italia han sido corteses, pero han marcado distancias con Grecia. Renzi ha sido el más explícito tras la visita de Tsipras en Roma: “no hemos entrado en detalle sobre su propuesta, lo haremos donde se toman las decisiones.” O sea, la próxima semana en la Cumbre y los detalles para el Eurogrupo que torpemente Syriza repudió públicamente el pasado viernes.
El lunes por la noche, ante inversores de la City Londres, Varoufakis dijo todo lo contrario que contó en Atenas la semana anterior: asume que no habrá quita y promete mantener el superávit primario, es decir, mantener la austeridad, aunque tengan que incumplir sus promesas electorales.
Propuso pagar íntegramente la deuda a los inversores privados y al FMI, y canjear su deuda con socios europeos por bonos con cupones vinculados al PIB y, al BCE, por bonos con vencimiento perpetuos, como las preferentes. Por esta razón los mercados han reducido la probabilidad de salida del euro y han subido las bolsas, sobre todo la griega.
Pero la negociación aún no ha terminado y la incertidumbre continúa. Hoy miércoles Varoufakis visita a Draghi, pero ya han filtrado que sólo aceptarán el pago integro de la deuda. Eso significaría que Grecia tendría que pedir un tercer rescate para atender el primer pago de 10.000 mill en junio. Y tendrá que firmar un nuevo MoU con condiciones menos duras que las anteriores al tener superávit primario, pero Syriza tendrá que renunciar a la mayor parte de su programa electoral.
Tsipras ve mañana a Juncker en Bruselas y también se ha filtrado que no ha gustado su propuesta. Recordemos que los griegos manipularon sus cuentas en 2009 y hay dudas razonables de que manipulen el PIB en el futuro para reducir el pago de intereses. Argentina ya usó bonos vinculados al PIB en 2003 y Kirchner manipuló la inflación para reducir el pago de intereses. Los griegos generan las mismas dudas.
El riesgo de salida del euro ha disminuido, pero no ha desaparecido. Por lo tanto, prudencia. Las elecciones griegas podrían haber movido el avispero para que Hollande y Renzi consiguieran avanzar en el plan de inversiones y eurobonos. Pero la torpeza de Syriza ha reforzado a Merkel y ha puesto a todos contra Grecia por sus propuestas disparatadas.
Rajoy sigue perdido en la traducción. Fue el único de los grandes países que se metió en el avispero griego y sigue jugando la partida en clave nacional dando protagonismo a Podemos y a la estrategia del miedo para perjudicar al PSOE.
Lo inteligente sería dejar que Podemos explique por qué Syriza ha pactado con la derecha ultraconsevadora antieuropea, por qué está renunciando a la auditoria de la deuda y a la quita, por qué tendrá que asumir austeridad e incumplir su programa, etcétera. Pero seguimos sin ver ningún indicio de vida inteligente en la Moncloa. Y tras tres años, se puede afirmar -con poco riesgo a equivocarse- que no existe.