El PSOE es la única alternativa real al PP en España. Siempre que al Partido Socialista le ha ido a mal, a España le ha ido mal. Desde 1996 a 2004 -mientras estuvo en la oposición- el PP permitió crear la mayor burbuja inmobiliaria y financiera de nuestra historia. Y desde 2011 -nuevamente en la oposición- España fue rescatada por primera vez desde 1959 y, con la reforma laboral, el PP nos ha metido en una dinámica de nuevo como la que inició el PP en 1996: baja productividad con bajos salarios y recortes en educación e innovación.
El PSOE es el único partido centenario y sus cinco millones de votos están fidelizados por la identidad ideológica con sus votantes, algo que no tienen el resto de partidos. Tras la revolución rusa, el PSOE sufrió una escisión y nació el PCE, lo mismo que ahora ha sucedido con Podemos, pero el PSOE sobrevivió. Pablo Iglesias (1850-1925) creó un partido sin militantes, un sindicato sin trabajadores y un periódico sin lectores. Era un visionario que se anticipó a su tiempo y consiguió que los objetivos de sus militantes coincidieran con los votantes, algo esencial en una democracia para poder ser un partido de gobierno. Si gobiernas sólo para la militancia, nunca conseguirás gobernar España.
Es lo mismo que consiguió Felipe en 1982 hasta 1996. Y lo mismo que consiguió Zapatero en 2004 hasta 2011. Pedro Sánchez está cada vez más obsesionado con la militancia y cada día más alejado de una mayoría de votantes que permitan al PSOE volver a gobernar y sentar en el banquillo de la oposición al PP, y si eso pasa, esperemos que el señor Rajoy vaya al juicio de la Gürtel al menos como testigo privilegiado citado varias veces por los investigados.
Conocí a Pedro Sánchez poco antes de presentarse a las primarias en 2014. Se acercó en un acto público en Madrid y me dijo que me seguía y que admiraba mis columnas y mis ideas. Cuando fue nombrado secretario general me llamó y me pidió ayuda. Varios dirigentes del PSOE lo han hecho y a Pedro le respondí lo mismo que a ellos. Yo soy progresista y socialdemócrata, mis ideas coinciden con el ideario socialista y quiero al PP en la oposición. Pero soy un economista observador que necesita libertad intelectual para opinar y sacar lo mejor de sí. Desde niño he sido un potro salvaje y estar sometido a los cercados de una institución me hace perder mi fuerza.
Pero le ofrecí mi ayuda. En junio de 2014 le dije que el principal problema para el 80% de los españoles era el desempleo y muchos no votaban al PSOE, especialmente los jóvenes, porque habían perdido la confianza en los socialistas para bajar la tasa de paro. Al PSOE le tocó gestionar la peor crisis económica global en los últimos ochenta años y el pinchazo de la peor burbuja inmobiliaria y bancaria en España en 500 años con fuerte destrucción de empleo. Por tanto, es lógico que una parte de la sociedad le culpe de la infelicidad que ha generado la crisis.
Rajoy culpó de todos los males de los españoles a Zapatero y 4 años de gobierno del PP han demostrado que era falso. Le dije a Sánchez que el PSOE necesitaba una estrategia que priorizara la economía, proyectando una España posible en una Europa posible y en un mundo posible con bajo nivel de desempleo y mejores salarios.
Es el mismo objetivo que buscaba Pablo Iglesias cuando fundó el partido en 1879 en la taberna Casa Labra junto a la Puerta del Sol de Madrid. Casa Labra sigue abierta porque da buena calidad, especialmente su famoso bacalao, y a buen precio.
El Psoe sigue teniendo 5 millones de votos porque su objetivo sigue siendo necesario. En 1879 pedían jornada de 8 horas y acabar con la explotación infantil para mejorar la vida de los trabajadores, y lo consiguieron. Hoy el mundo ha cambiado, pero el objetivo sigue siendo el mismo: resolver el desempleo y mejorar la vida de los trabajadores. El mismo que defendían Felipe y Zapatero y con el que consiguieron el apoyo mayoritario de los españoles.
Lamentablemente tuve escaso éxito en mis consejos. He discutido de economía con todos los secretarios de economía del PSOE: Felipe, Almunia, Borrel, Zapatero y Rubalcaba, pero Pedro Sánchez está a años luz de sus antecesores. Se nota que ha leído muy poco de economía, que tiene un conocimiento impreciso de los problemas que pretende resolver y siempre acaba las conversaciones con una frase que a este economista observador le pone nerviosísimo: hazme un papelito.
Es lo mismo que le sucede a Rajoy, a Rivera y a Iglesias que han leído, pero sobre todo a Gramsci. El bajo nivel intelectual impide tener criterio propio para comprender los problemas a los que te enfrentas y ayuda a explicar la ausencia de liderazgo y la fragmentación política en nuestra querida España. Un líder es aquel que sabe dónde quiere ir y tiene la habilidad de convencer a una mayoría de españoles para que le sigan.
Pedro Sánchez sólo sabe que no quiere a Rajoy, algo que le sucede al 80% de los españoles según el CIS, pero no sabe adónde se dirige. Voy a poner dos ejemplos muy reveladores. En el otoño de 2014 salí de un acto y miré mi móvil para ver qué noticias habían salido y me quedé paralizado. El PSOE proponía subir el salario mínimo un 5% durante los próximos 8 años. Cualquiera de mis alumnos de primero de grado de economía -que tiene mínimos conocimientos de cómo funciona el mercado de trabajo- sabe que es un disparate con un 50% de paro juvenil una subida tan disparatada del salario mínimo. Es la misma promesa de Syriza en Grecia y que acabó en desastre.
Ante la subida de Podemos, Pedro Sánchez decidió competir con ellos pasándoles por la izquierda, algo con escasas probabilidades de éxito. Yo les critiqué y les advertí que era un disparate. La respuesta fue es una decisión política y tú no la entiendes. Y lo más grave, me dijeron que la decisión la había tomado la secretaria de empleo. ¿Imaginas a Alejandro Magno diciendo que una de sus decisiones estratégicas clave en la batalla decisiva, en este caso contra el desempleo, la había tomado uno de sus subordinados?
En febrero de 2015 pactaron con Ciudadanos y Pedro Sánchez asumió una subida del salario mínimo del 1%. ¿Preguntó Pedro Sánchez a su militancia si estaba de acuerdo con el contenido del acuerdo? Evidentemente habría perdido la votación, por eso les hizo una pregunta absurda en la que pedía el apoyo incondicional de los militantes. Y por eso sólo consiguió el apoyo de unos 80.000 españoles y en las elecciones del 26J perdió otros 500.000 votos. Tan sólo una semana después, Pedro Sánchez le envió un documento a Podemos para que se abstuvieran en su investidura. ¿Cuál era la subida de salario mínimo propuesta? El 3%. ¿Cuál era el criterio para elegir un 3%? Todavía es un misterio.
El otro ejemplo es de plena actualidad. A finales de julio, la Comisión Europea elevó su objetivo de déficit hasta 4,6% (casi el doble del 2,8% previsto por Rajoy), daba dos años a España para reducir el déficit al 3%, como pedía el PSOE en su programa electoral, pero exigía un recorte de déficit de 15.000 mill. en 2017.
El PSOE ha sido el único partido que ha hecho oposición con este tema, denunciando que la causa es la irresponsable bajada de impuestos de Rajoy en 2015, cuyos principales beneficiados han sido las rentas altas y las grandes empresas, lo que aumenta la desigualdad generada por su reforma laboral. Ciudadanos ha hecho un pacto con el PP igual de irresponsable donde aumentan el gasto, el aumento de ingresos es incierto y la exigencia de Bruselas de cumplir el déficit en 2017 ni está ni se la espera. Y Podemos aplaudió la estrategia de Rajoy por aumentar el déficit que ellos proponen en su programa.
Pero de nuevo vuelve el errático Pedro Sánchez. Esta semana ha anunciado que va a intentar de nuevo el gobierno del cambio con Podemos y Ciudadanos. Rivera ya le he dicho varias veces No es No. Por lo tanto, estamos ante una nueva maniobra de Sánchez dirigida a sus militantes exclusivamente para seguir en la secretaria general. Los votantes perciben eso en los políticos como los tiburones huelen la sangre a kilómetros de distancia. Ese comportamiento errático e impredecible del secretario general del PSOE ayuda a explicar que los socialistas sean cuarta fuerza en Madrid, en Catalunya y Euskadi y que los gallegos a pesar de la corrupción y de la pésima gestión de la crisis de Feijó, todo parece que volverán a darle otra mayoría absoluta al PP en Galicia.
Sánchez, con buen criterio, criticó con dureza a Rajoy -durante la investidura fallida- su irresponsable política fiscal, que es la responsable de que los españoles tengamos de sufrir nuevos recortes en 2017. Y ahora quiere embarcarse en una irresponsable aventura en la que volverá a mentir a sus militantes y a los españoles ocultándoles recortes que tendrá que hacer el próximo gobierno.
Alejandro Magno dejaría a su rival que se desgastara, que incumpliera de nuevo sus promesas y que volviera a subir los impuestos, para después -llegado el momento- ir a la batalla y ganarla. Sánchez ha optado, como los numantinos, por la resistencia desesperada como demostró ayer Iceta con impotencia en la Festa de la Rosa del PSC apelando a la divinidad para sacar a Rajoy de la Moncloa. Alejandro llevó sus tropas hasta la India y en Numancia murieron todos.
El PSOE necesita un nuevo líder con un nuevo proyecto ilusionante, especialmente para nuestros jóvenes en paro y con salarios precarios. Un proyecto socialdemócrata para una España posible, en una Europa posible y en mundo posible donde el hombre vuelva a estar en el centro de las decisiones.
Un mundo donde haya más control de la política sobre los mercados financieros, sobre los paraísos fiscales, sobre los derechos de los trabajadores en países emergentes y sobre la contaminación y sus efectos en el cambio climático.
Una España donde se mantenga la creación de empleo y sea posible una mejor regulación laboral para que los salarios crezcan como ya hacen los beneficios empresariales. Donde las familias en paro y sin recursos tengan el apoyo del estado para salir de la trampa de la pobreza. Donde mejoremos nuestra educación y sanidad, y podamos volver a subir las pensiones, especialmente las mínimas.
Si Pedro Sánchez sigue al frente del Psoe me temo que Rajoy se jubila en la Moncloa.