La depresión que padece nuestra querida España es muy profunda -se ha destruido casi el 20% del empleo de 2007- y duradera, por lo que se van agotando los colchones de protección y la pobreza aumenta exponencialmente. España se tiene que reinventar y es el momento propicio para que aparezcan ideas buenas, malas y regulares, y encontrar el nuevo modelo de crecimiento para salir de la crisis y retornar a los niveles de bienestar previos a la misma. Te anticipo algunas ideas de un capítulo de mi nuevo libro que verá la luz en primavera y que dedico a explicar cómo funciona el mercado de trabajo, la relación entre salarios, beneficios, el ciclo económico y la creación de empleo.
Una de las ideas ha sido repartir el tiempo de trabajo. La ha aceptado el PP con su reforma laboral, permitiendo que el contrato a tiempo parcial deje en manos de la empresa la decisión de trabajar horas extras y que puedan ser sin remunerar. Esto es un foco de fraude que impide a la inspección de trabajo detectarla.
Si el inspector se presenta en la empresa y el empresario le dice que el trabajador a tiempo parcial fuera de su jornada laboral está haciendo horas extras, es imposible demostrar el fraude. El trabajador puede denunciar el fraude de ley, pero sabe que perderá su puesto de trabajo, que le costará encontrar otro y que seguramente sea con menor salario y peores condiciones. Es una versión castiza y cutre de los minijobs alemanes.
Otra idea que circula -y que está incluida en los programas de algunos partidos políticos- es la jornada de 35 horas. Reducirla no aumenta el PIB, ni las ventas de las empresas, ya que las horas trabajadas totales son las mismas. Si se plantea con una reducción salarial proporcional, o sea del 12% del salario, estaríamos ante un ejercicio de redistribución del total del PIB. Pero sería de los de abajo con los de abajo.
Pero como hay que ganar elecciones, la propuesta política de los partidos de extrema izquierda es reducir la jornada a 35 horas manteniendo los salarios. Esto supondría un aumento del 12% del coste por hora trabajada. Como las horas totales y el PIB no varían esto supondría trasvasar rentas de las empresas a los trabajadores.
Pero la situación de las pymes es crítica. Según datos del impuesto de sociedades, los márgenes de negocio de las empresas se han desplomado un 22% y los costes laborales han caído un 9%. Esto teniendo en cuenta que el 15% de las empresas que eran activas en 2007 han tenido que cerrar su actividad y muchas están fuera de ese censo. Esta es la causa de la depresión. España no es un país rentable para hacer negocios, invertir y crear empleo suficiente para erradicar el paro, la pobreza y la precariedad en el empleo. Por lo tanto, un aumento de los costes laborales provocará más cierres de empresas, más desempleo, más pobreza y más desahucios.
Además, subir un 12% el coste por hora trabajada sería equivalente a una apreciación del 12% contra nuestros socios de la Eurozona y eliminaría la mejora de competitividad que ha supuesto la apreciación del euro en 2014 contra el resto del mundo. Por lo tanto, provocaría una caída de nuestras exportaciones, déficit por cuenta corriente, más deuda externa y, lejos de resolver una crisis de deuda, la estaríamos agravando.
Pero para evitar estos efectos, sus defensores argumentan que la reducción de la jornada laboral provocará un aumento de la productividad por empleado y que compensará a las empresas el aumento del coste laboral. Y ponen de ejemplo a Francia, que aprobó la jornada laboral de 35 horas en 1998.
En el gráfico anterior podrás comprobar que la afirmación anterior es falsa. Francia ha sido uno de los países desarrollados con menor crecimiento de productividad por ocupado desde 1998. Alemania ha tenido menor crecimiento de productividad que Francia. Pero la causa es la unificación y promediar con la Alemania del Este, devastada durante cuatro décadas de comunismo que había provocado un desplome de la productividad.
Pero EEUU y sobre todo Corea del Sur (la del Norte también ha sido devastada por el comunismo) han tenido crecimientos de productividad superiores a los de Francia. Por no complicar el gráfico no he incluido más países, pero Suecia, Australia, Canadá, etcétera también han tenido crecimientos de productividad muy superiores a Francia. Y por no hablar de China, los tigres asiáticos y varios países de Latam que han tenido mejoras de productividad brutales. No obstante, al partir de niveles de stock de capital muy bajos no es correcto compararlos con países desarrollados por falta de homogeneidad.
España también ha tenido un crecimiento de productividad por ocupado inferior a Francia durante el periodo. Al menos, hemos registrado un crecimiento del empleo que dobla a Francia y Alemania desde 1998, cómo se observa en el gráfico anterior. El problema es que es empleo en sectores de contenido tecnológico medio bajo y eso explica que la productividad y los salarios sean más bajos en España que en el resto de países de la comparación.
Si para salir de la crisis usamos modelos y propuestas que la evidencia empírica demuestra que han fracasado, como las 35 horas francesas, o los minijob alemanes, lo que haremos es agravar la crisis. Y el remedio será peor que la enfermedad.
Por esta razón, este economista observador usó el ejemplo de Corea en su libro Hay Vida Después de la Crisis y en el último capítulo di las claves que considero necesarias para salir de la depresión y recuperar los salarios y niveles de bienestar de 2007. Los coreanos no sólo han tenido un aumento de la productividad espectacular, sino que también han creado más empleo que los países europeos. Y por esta razón, sus salarios y su capacidad de compra también ha aumentado.
Corea en 1998 sufría una depresión similar a la que padecemos ahora en nuestra querida España. Lo primero que hicieron fue sanear su sistema bancario y se gastaron 35% del PIB. Es lo mismo que hicieron los suecos en 1991, pero la crisis bancaria coreana fue mucho peor. Nosotros nos hemos gastado 6% y los mismos que defienden las 35 horas dicen que impagarán el rescate bancario, provocando la quiebra de las entidades recatadas. Esto situaría a nuestra querida España en una situación similar a la de Argentina 2001 con corralito incluido.
Los coreanos decidieron invirtir en educación y lideran el ranking en los informes Pisa. Luego, en universidades, ciencia y canalizaron la financiación a sectores tecnológicos estratégicos que hoy son líderes mundiales. Los coreanos hicieron un pacto social y sus políticos fueron honestos con los ciudadanos diciéndoles la dureza de la situación y pidiéndoles el compromiso de todos para salir y proteger la pobreza. Las grandes fortunas coreanas donaron joyas y oro para que en una situación crítica su gobierno pudiese reducir la deuda pública que pagaron íntegramente, gracias al rescate y apoyo financiero del FMI. Rajoy recorta en educación y se gasta el dinero en el AVE para ganar votos en año electoral. Los coreanos pusieron las largas, Rajoy y el PP van con las luces de posición.
No hay atajos para salir de una crisis de deuda pero créeme que Hay Vida Después de la Crisis. Corea y Suecia son un ejemplo. Los españoles ya superamos una crisis de esta naturaleza en los años ochenta gracias a la democracia, la Constitución, el compromiso de toda la sociedad y el liderazgo político.
Este economista observador sigue convencido de que tenemos capacidad para salir de la crisis, aunque no será una misión fácil. Pero me preocupa que apostemos por modelos fracasados. No tenemos que hacer reformas por estar en Europa, tenemos que hacer reformas por estar en el mundo. Y reformas no es seguir haciendo lo que proponen Rajoy y Merkel.
Una agenda reformista que mejoraría nuestra querida España sería apostar por la flexiguridad en el mercado de trabajo que permita a nuestras empresas adaptarse a la globalización, a la revolución tecnológica y al ciclo económico, pero protegiendo a los trabajadores cuando sufren situaciones de desempleo, especialmente de larga duración. Apostar por tener una política tecnológica y financiera que nos permita transformar nuestro aparato productivo como han hecho los coreanos. Y combatir contra aquellos que nos dicen que con una deuda elevada, el estado del bienestar es insostenible. Hay muchos ejemplos de políticas públicas en países con restricción presupuestaria.
Yo estoy comprometido con esta misión. No me mires, únete. Y recuerda la sentencia de Keynes: “Las ideas dan forma al curso de la historia.”