Mi artículo publicado ayer en El País
El huracán griego empieza a remitir. Tras varias semanas donde se especulaba con la salida de Grecia del euro, la tensión remite aunque no ha acabado. Syriza ha renunciado a la mayor parte de su programa, ha firmado la prórroga del rescate actual, ha asumido la condicionalidad y ahora empieza la negociación del tercer rescate. Tras el huracán queda reparar los daños. La fuga de depósitos ha dejado tocado el sistema bancario y aún queda por normalizar al acceso de sus bancos al BCE. La economía helena entró de nuevo en recesión el pasado trimestre, por lo que la tasa de paro volverá a aumentar y volverá a incurrir en déficit primario. Por esta razón, es importante que el tercer programa se negocie sobre bases realistas para no cometer los mismos errores que desde 2010.
Pero el huracán griego ha impedido apreciar el giro de 180 grados que ha registrado la política económica europea desde el pasado verano. La nueva CE ha firmado el acta de defunción del austericidio. La decisión de dar más tiempo a Francia e Italia para cumplir sus objetivos de déficit evitará que el 40% del PIB de la eurozona vuelva a entrar en recesión. Y el plan Juncker de inversiones pronto será una realidad. Seguramente no con la potencia necesaria para reducir la tasa de paro de la eurozona rápidamente. Pero sin duda dos grandes cambios de los que todos nos beneficiaremos, esperemos que también Grecia sin duda la más necesitada. Se ha confirmado que los temores de los alemanes a la inflación eran infundados y el BCE está a punto de iniciar su programa de compras de deuda pública. Sólo el anuncio ha hundido el tipo de cambio del euro a niveles próximos a 1,10 contra el dólar. Recordemos que en la primavera de 2012 cotizaba próximo a 1,40. Además, la prima de riesgo en Grecia a 3 años ha subido en Grecia casi 1.500 puntos básicos desde el anuncio del anticipo de las elecciones y el contagio al resto de países periféricos ha sido mínimo. La economía europea está en estancamiento secular y al borde de la deflación. Para salir es necesario crecer y el plan de inversiones es la variable determinante para conseguirlo.
La depreciación del euro y la bajada del precio del petróleo ayudan. Pero también se necesita tipos de interés reales, descontada la inflación, negativos durante un periodo prolongado para que las deudas retornen a la senda de sostenibilidad. Buena parte de los bonos en euros ya cotizan a tipos negativos. Ahora queda conseguir generar inflación, especialmente en los países periféricos donde los tipos reales para empresas y familias siguen siendo demasiado elevados. Los tipos al 0% o en negativo son una barrera psicológica para los ahorradores. Por lo tanto, buena parte del dinero inyectado por el BCE acabará en las bolsas y en el inmobiliario generando inflación de activos.
Tras varios años de errores sistemáticos por fin la economía europea empieza a tener una política adecuada para salir de la crisis. Ahora falta concretar los planes en marcha y mantenerlos hasta que la tasa de paro retorne a niveles razonables. Y que los países acompañen con medidas y buena regulación que refuercen la inversión, la innovación y el capital humano. No será un camino de rosas y por eso es recomendable mantener la prudencia.