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Democracia e instituciones

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Fuente foto: Europa Press

A principios de 2012 llegó una comisión rogatoria desde Suiza y nos enterábamos que Luis Bárcenas, gerente del PP que manejaba las finanzas del partido, tenía casi 40 millones de euros en ese país. Rajoy -quien lo había nombrado- le mandó el tristemente famoso SMS de Luis sé fuerte, estamos haciendo todo lo posible para ayudarte. Debería haber dimitido y no lo hizo; se escondió en el plasma y puso la presidencia del gobierno de España como escudo de protección.

¿Cuál ha sido el resultado? Ha debilitado enormemente al PP con 123 escaños en diciembre y le ha impedido formar gobierno. Pero Rajoy le hizo un gran daño a las instituciones y a nuestra democracia. En 2011 sólo el 5% de los españoles marcaba la corrupción como uno de los principales problemas de España. Hoy es el segundo problema después del paro. 8 de cada 10 casos de corrupción están relacionados con el PP, pero Rajoy ha conseguido que la sensación en la calle es que todos los políticos son iguales y que la corrupción es generalizada.

Esto, junto al rescate y su inacción en la lucha contra la pobreza que ha aumentado significativamente desde 2011, es clave para entender el fenómeno Podemos. Fenómeno que se empieza a desinflar desde que el BCE compra deuda, ha sacado a España de la recesión y ha empezado a disminuir el miedo a perder el empleo. Eso sí, la tasa de paro sigue siendo inmoralmente alta (especialmente la de nuestros jóvenes), así como la pobreza y precariedad salarial.

Esto sólo es posible en un país con escasa tradición democrática. Nuestra actual Constitución sólo tiene 40 años de vida y es la que más ha durado de toda nuestra historia. La Constitución de EEUU tiene ya más de 200 años. Y nuestra historia está llena de guerras y conflictos, por lo que todos debemos colaborar egoístamente para que nuestra Constitución dure al menos 200 años.

La crisis a la que hemos asistido en el PSOE de Pedro Sánchez esta semana sólo se puede explicar por la inmadurez de nuestra democracia y el escaso respeto a las instituciones. Ha sido una crisis por el liderazgo habitual en los partidos políticos de todo el mundo y de todas las ideologías cuando los resultados electorales no acompañan. Los partidos son pilares estructurales de la democracia moderna. Sufren los cambios profundos que está viviendo la sociedad y están en proceso de adaptación a esos cambios, por ejemplo la irrupción de las redes sociales que hacen que los jóvenes sean más participativos.

Pedro Sánchez llegó tras una derrota electoral y la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba y se va a ir por sus sucesivas derrotas electorales. Una derrotas que tienen al partido peor de lo que lo encontró y que cada vez que se pide a los españoles votar, los resultados son peores. Sucedió el 26J y ha vuelto a suceder en Euskadi y Galicia, donde ha registrado el peor resultado de su historia.

La política, igual que la propia naturaleza, sigue la dinámica darwinista desde que comenzó la democracia en Grecia. Pero para evitar que vivamos en el lejano oeste, los ciudadanos y las instituciones se han dotado de reglas para resolver conflictos. El reglamento del PSOE es claro: la comisión ejecutiva necesita la mitad más uno de sus miembros para reunirse. Tras la dimisión de 17 de sus miembros (que ya no comparten la estrategia de su secretario general y quien les nombró para el cargo) más otros 2 miembros que no han dimitido pero que ya no asisten a las reuniones, la Comisión Ejecutiva ya no tiene validez jurídica para tomar decisiones.

Este sábado se reúne el Comité Federal, equivalente al Congreso de los Diputados, donde reside la democracia participativa del partido. Pedro Sánchez podrá asistir y defender sus posiciones, pero tendrá que someterse a la votación de sus compañeros y acatar la decisión de la mayoría como un militante más. Esta es una regla de oro de la democracia que es el pilar de nuestra convivencia. La dictadura siempre es más sencilla, pero da pésimos resultados. Los demócratas debemos ser creyentes y practicantes.

Parece que se nombrará una gestora presidida por Javier Fernández, presidente de Asturias y con mucha auctoritas orgánica. Él se encargará de gestionar el partido hasta un congreso extraordinario que tendrá primarias para elegir al nuevo secretario general y luego, un congreso donde se elegirá a la nueva ejecutiva. Evidentemente, también se discutirá por qué el PSOE, el partido que más años ha gobernado nuestra querida España, ha perdido la confianza mayoritaria de los españoles para ganarle las elecciones al PP y poder implementar sus ideas socialdemócratas para mejorar la vida de los españoles, lo que ha hecho en sus 137 años de historia.

La decisión para formar gobierno sigue en el Comité Federal como siempre ha estado. El Comité fijó el NO al PP y fue Sánchez quien le dijo a Felipe González que se iba a abstener y para ello habría necesitado el apoyo mayoritario de sus compañeros del Comité.

Susana Díaz dijo ayer que el PSOE de Andalucía nunca querría que gobernase la derecha y ha pedido en varias ocasiones durante las últimas semanas que Rajoy debe irse.

Guillermo Fernández Vara en su blog ha rechazado una abstención con condiciones.

Ximo Puig ha defendido siempre el NO al PP.

Rajoy no se va a ir teniendo encuestas que dicen que aumentará su ventaja. Por lo tanto, el escenario más probable es que los españoles volveremos a votar el 18 de diciembre. Para elegir al candidato habrá primarias y Sánchez se podrá presentar como cualquier militante. De hecho, ya ha pasado al sector privado: privado de chofer, privado de secretaria, privado de visa del partido, etcétera. Además ya no contará con el apoyo de Susana Díaz y no nos olvidemos de algo: dos de cada tres votos de Sánchez para ser secretario general en 2014 fueron de militantes andaluces.

Andalucía tiene un 30% de los militantes del PSOE en toda España y será determinante para elegir al nuevo candidato porque la mayoría respetan enormemente a su líder y Presidenta de Andalucía, quien ganó al PP en unas elecciones.

Ahora bien: el PSOE no puede ser andaluz. El Partido Socialista debe creer y convencer con sus ideas socialdemócratas adaptadas al siglo XXI; debe volver a enamorar al votante joven y al urbano, especialmente en Madrid y Barcelona, dos de sus principales feudos históricos sin los cuales será muy complicado ganarle unas elecciones al PP.

Sánchez tiene todo el derecho a intentarlo, pero si sabe que va a perder debería retirarse como hizo Berny Sanders en EEUU (apoyó a Clinton y les dijo a sus seguidores en la convención demócrata que el enemigo era Trump). En España el objetivo es evitar que Rajoy siga aplicando sus políticas que han provocado tanta infelicidad y que han puesto en riesgo el sistema de pensiones público. Un sistema que en 2016 acabará con un agujero de unos 20.000 mill. y Mariano ya se ha pulido la hucha de 66.000 mill que le dejó el Psoe en 2011.

Podemos se ha desinflado y hay una lucha fratricida por el liderazgo en un partido joven con grave riesgo de escisión. Ciudadanos empieza a sufrir el síndrome UPyD. Mientras, el PSOE tienen una autopista de cuatro carriles para volver a ganar las elecciones. Por ello, necesita cerrar las heridas abiertas en esta crisis, y el nuevo secretario general deberá ser un líder que una, que ponga en sintonía a la militancia con la mayoría de los españoles y que ponga a todo el partido en estado de batalla y motivado para ganar al PP las elecciones. El nuevo líder debería tener experiencia en ganar elecciones y gestionar equipos. Un líder no se hace en unas semanas y con un curso para hablar bien en televisión repitiendo eslóganes precocinados por sus estrategas.

El PSOE es un pilar estructural para nuestra democracia y los experimentos con gaseosa.

Que la fuerza os acompañe, socialistas.    

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