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En el gráfico anterior he dibujado el consumo público trimestral corregido de estacionalidad para que los trimestres sean comparables, y en tasa de crecimiento con respecto al trimestre anterior. Los datos son del INE que se incluyen en el PIB y esta variable supone un 20% del mismo.
En rojo está el comportamiento de la variable durante el gobierno de Zapatero y en azul la del gobierno de Rajoy. Con Zapatero se observa baja volatilidad, empieza creciendo por el estímulo para frenar el impacto de la Gran Recesión en 2008 y luego cayendo cuando empezó el ajuste. Pero la dinámica es armoniosa.
Con Rajoy llegó el caos a las finanzas públicas. Pero dentro del caos siempre hay un orden. En todos los años desde 2012 se observa una brusca caída del gasto público y un brusco aumento en el primer trimestre. Y la causa es el maquillaje de la cifra de déficit que hay que enviar oficialmente a Bruselas cada 31 de marzo. Es lo que vulgarmente se conoce como centrifugar. Basta con dejar facturas en el cajón sin contabilizar en el último trimestre del año y sacarlas todas de golpe en enero.
Esto, unido a la otra técnica del PP que es inflar las previsiones de ingresos en los presupuestos y no corregir el error, son los dos grandes agujeros de nuestras cuentas públicas. En 2016, y según las estimaciones de este economista observador, los ingresos públicos serán 15.000 mill inferiores a los presupuestados. Y el mayor agujero está en la Seguridad Social de donde se pagan las pensiones a 9 millones de españoles: recaudará unos 10.000 mill menos de lo previsto.
A pesar de esta capa de maquillaje, Rajoy ha incumplido sistemáticamente el déficit público todos los años de la anterior legislatura. En 2012 y 2013 España estaba en recesión, los ingresos caen y los gastos por desempleo aumentan, y Bruselas fue flexible. En 2013, tarde como siempre, Bruselas le dio a España dos años más para cumplir el Pacto de Estabilidad y tener un déficit inferior al 3%. Rajoy se comprometió en 2012 en cumplir el objetivo en 2014. Pero tras destruir un millón de empleos en 2012 y 2013 Bruselas decidió retrasar el objetivo a 2016.
En 2015 -con todo el viento de cola: bajada del petróleo, bajada de primas de riesgo por compras de deuda pública española del BCE, intensa depreciación del euro- Rajoy decidió en año electoral aumentar el gasto y bajar el IRPF a sabiendas que incumpliría el déficit.
La Comisión nos observa, sabe que en 2015 no hay recesión ni causas externas que justifiquen el incumplimiento, y seguramente nos meterá en vigilancia reforzada como contemplan el Tratado para exigir medidas correctivas si hay la mínima desviación en un trimestre.
Para el ciudadano normal y los medios que andan todos los días en el camarote de los hermanos Marx en el que se ha convertido el Congreso de los Diputados, este tema no es importante. Pero es una de las cosas más graves que han pasado en España desde el rescate de 2012.
Este economista observador ha sido un embajador de España. Desde 2007 he atendido a cientos de organismos internacionales, inversores, embajadas y periodistas internacionalista para hablar con realismo sobre las bondades de nuestra querida España.
Siempre lo he hecho sin cobrar ni un euro a cambio y convencido de que era clave para que España ejerza su peso político en Europa y lidere junto a Alemania, Francia e Italia los cambios necesarios que necesitamos para salir de la crisis y bajar la tasa de paro, especialmente de nuestros jóvenes.
Si al final la Comisión nos impone vigilancia reforzada será igual de frustrante que cuando nos rescataron. Pero con 5 millones de parados no podemos permitirnos el lujo de caer en el desánimo. Como siempre digo, el pasado no se puede cambiar y tenemos que vivir en el presente mirando al futuro. Si Rajoy y su equipo económico siguen gobernando todo es susceptible de empeorar. España necesita cambiar su política económica y buena parte se decidirá en Bruselas, especialmente un plan de inversiones que ayude a reducir el elevado desempleo. Para ello es condición necesaria tener un gobierno serio, que haga una política económica coherente y acabar con todas estas practicas tan dañinas que han socavado la confianza de nuestros socios en nuestra querida España y que nos dificultan enormemente la salida de la crisis.