Mi artículo publicado en El País
Escribo esta columna desde Bruselas donde he vivido el sainete sobre el incumplimiento del déficit español y la exigencia de nuevos ajustes por 7.000 millones de euros en el Presupuesto de 2016. En 2012 con este episodio la prima de riesgo española se habría disparado. Afortunadamente el Banco Central Europeo (BCE) no para de comprar deuda pública cada día.
Pero que no suba la fiebre no significa que no haya infección. En Bruselas preocupa nuestra deuda externa neta del 100% del PIB, que ha aumentado desde 2011 en 100.000 millones de euros y que está muy lejos del objetivo del 35%. Molesta que, tras aumentar el PIB en unos 50.000 millones al incluir la prostitución y el tráfico de drogas hace un año, ahora el Instituto Nacional de Estadística (INE) revise a la baja unos 10.000 millones. Y cabrea que el Gobierno español haya bajado el IRPF en junio, bajada que no estaba en el programa de estabilidad enviado a Bruselas el pasado mes de abril.
La mayoría de los servicios de estudios en España había advertido ya de que el Gobierno incumplirá el objetivo de déficit de nuevo, igual que hizo en 2012, en 2013 y en 2014. En esta columna llevo meses advirtiendo de que la principal desviación es en la Seguridad Social, donde se pagan las pensiones de nueve millones de españoles. El Gobierno dijo que los ingresos crecerían en 2015 un 7% y recaudaría 110.000 millones por cotizaciones sociales. Pero van a crecer por debajo del 1% y recaudará 100.000 millones de euros.
Un Gobierno responsable que se preocupa por los intereses de los pensionistas habría corregido ese error en el Presupuesto General de 2016. Pero de nuevo proyectan un crecimiento del 7% sobre los 110.000 millones, y esperan recaudar 117.000 millones.
El empleo se ha frenado este verano y la crisis del comercio mundial ya ha llegado a Europa y a España. En el mejor de los escenarios, los ingresos de la Seguridad Social no superarán los 102.000 millones de euros, 15.000 millones menos de lo previsto, el equivalente al 1,5% del PIB.
Es entendible que el comisario Pierre Moscovici y los técnicos de la Comisión adviertan a España para que corrija el presupuesto y evitar sanciones el próximo año. Lo que ha sido sorprendente es que Wolfgang Schaüble, el líder de la austeridad, y Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo que pilotó el rescate a España y el ajuste fiscal que nos metió en recesión en 2012, hayan salido a defender a un país incumplidor.
Mariano Rajoy está en campaña electoral y ha ignorado las advertencias. Si sigue en La Moncloa, volverá a aplicar recortes y subidas de impuestos como hizo en 2012. Si pierde, criticará al nuevo Gobierno por no saber gestionar la economía. Lo normal sería reconocer que la reforma laboral y la deflación salarial son la causa del raquítico crecimiento de los ingresos, del incumplimiento del déficit y del crecimiento explosivo de la deuda pública desde 2011.
En el próximo año 2016 el crecimiento español será inferior y no hay planes de estímulo europeos en el horizonte. Crucemos los dedos para que Mario Draghi siga comprando deuda pública española o los españoles comprobaremos bruscamente que no hemos salido de la crisis.