Desde España se ha comparado el conflicto colombiano con el de ETA sin respetar el sentido de la magnitud. ETA mató a unas 1.000 personas y en Colombia la guerra ha causado más de 250.000 muertos, millones de desplazados, secuestros, violaciones, etcétera. Sólo es comparable a nuestra guerra civil y tampoco es apropiado, ya que las causas de ambos conflictos no tienen nada que ver.
Se le ha comparado con el Brexit, pero sólo se parecen porque el resultado ha sorprendido a todas las previsiones. Nos critican a los economistas de no saber predecir el futuro, pero nadie sabe hacerlo. Las encuestas daban una victoria del SÍ aplastante con el 65% de los votos y la menos optimista daba el 55%.
Ganó el NO. ¿Qué ha pasado? Nadie conoce a los millones de colombianos que votaron NO por unas décimas con el 50,2%, pero sólo hubo un 40% de participación. En el Brexit la participación fue del 70%. Por lo tanto, la pregunta clave en Colombia es ¿por qué el 60% de los colombianos no votaron?
Tampoco conozco a todos por lo tanto me mantengo a la espera de buenos análisis sociológicos que nos permitan hacer buenas hipótesis sobre la abstención y el votante del NO. Mientras, me gustaría comentar algunas cosas que a este economista observador le han sorprendido.
Primero conviene no olvidar que muchas heridas de la guerra aún estaban abiertas y que todavía quedan también muchas cicatrices. Los españoles que padecimos una guerra civil (que aún no hemos olvidado) comprendemos bien a nuestros amigos colombianos. En este sentido los excesos de la guerrilla celebrando el triunfo del acuerdo no fueron muy acertadas. La gran celebración televisada al mundo entero del Presidente Santos en Cartagena de Indias también fue una imprudencia.
Destaca que en las zonas más afectadas por la guerra la victoria del SÍ ha sido aplastante (próxima al 80%). El NO ganó en las grandes ciudades con el votante conservador de clase media alta. La campaña se polarizó entre Uribe y Santos, y fue una lucha de egos fratricida. Muchos no votaron NO al acuerdo sino NO a Santos. Uribe nunca ha ocultado su relación con los paramilitares. Santos, que fue el ministro de defensa de Uribe, quiso pasar a la historia por la paz y no por la guerra.
Otro aspecto relevante es cómo ha cambiado el mundo internet y las redes sociales. Es la mayor revolución tecnológica social desde la imprenta de Gutenberg, y la sociedad y las instituciones siguen en proceso de adaptación en la búsqueda de un nuevo paradigma. La tecnología permite mayor y mejor participación ciudadana, pero luego el 60% de colombianos decidió no ir a votar. La democracia necesita una sociedad fuerte y las redes permiten fortalecerla. Pero también necesita instituciones fuertes y las redes hacen que el voto sea muy fluido y cambiante, lo que dificulta definir la estrategia de los partidos políticos y los gobiernos.
Los jóvenes son nativos digitales y mi generación y las más mayores somos inmigrantes. Para los más mayores de América Latina y España la democracia es un logro. Para los jóvenes, un hecho. No tuvieron que luchar para conseguirla, ni padecer las dictaduras. De hecho, en muchos casos piensan que la democracia es eterna y que no necesitan regarla cada día como a los parques y jardines. Y muchos jóvenes culpan del paro y la falta de oportunidades al sistema. La historia nos enseña que la economía es cíclica y que hay recesiones en dictadura y en democracia. Pero los países con mayor renta por habitante son democracias consolidadas.
Hay vida después del NO. Los demócratas somos creyentes y es más fácil creer en Dios que en la democracia. La dictadura siempre es más fácil, pero sus resultados son desastrosos. Por eso, todos los demócratas debemos respetar el resultado del referéndum.
Pero en este mundo incierto y cambiante todos debemos tener criterio propio basado en el conocimiento y, en mi caso, como profesor de economía. El primer día que llegas a la facultad te enseñan que los recursos son escasos. En el manual de Samuelson que yo estudié había un ejemplo de elección con escasez entre cañones y mantequilla. Si los colombianos dejan de gastar en cañones y empiezan a gastar ese dinero en mantequilla, en educación, en I+D+i, en infraestructuras y en políticas sociales de lucha contra la pobreza, podrán tener más empleo y mejor nivel de vida en el futuro.
Por eso este economista observador sigue defendiendo la paz y desea que los colombianos sean capaces de renegociar el acuerdo para que la mayoría vote SÍ. Y por eso mi lema es el Imagine de John Lennon. Que la fuerza les acompañe.