Ayer se filtró que Bartolomé González, ex alcalde de Alcalá de Henares con el PP durante muchos años, está imputado en la Púnica. La sensación de corrupción generalizada y una justicia efectiva, pero desesperadamente lenta afecta a todo el sistema y a las instituciones. Pero este caso lo conozco bien y la única institución que está podrida es el PP.
Bartolo estudió en mi facultad. Cuando yo llegué era de los veteranos y repetidores, y me cuentan que no ha terminado la carrera. Era presidente de Aisec, una asociación internacional de estudiantes que nunca supe muy bien a qué se dedicaban. Lo que sí recuerdo es que daba igual a la hora que entraras en la cafetería: siempre estaba Bartolo.
Mi querida universidad fue fundada por el Cardenal Cisneros en 1499. En el siglo XIX el gobierno la trasladó a Madrid y en 1970 se la denominó Universidad Complutense. Pero con la democracia se volvió a abrir y recuperó su nombre original. El corredor del Henares sufrió mucho la crisis industrial de los años setenta y la mayoría de los alumnos éramos gente de clase media baja.
Ahora nuestros jóvenes estudiantes tienen problemas para acceder al empleo y, con sueldos precarios y muchos alumnos, habrán perdido su empleo durante la crisis, pero la tasa de paro de estudiantes de economía y empresas es del 8%. Muchos de mis compañeros de promoción de clase humilde tienen puestos de responsabilidad en empresas importantes, con buenos sueldos y lo han conseguido por méritos. Sin ningún enchufe.
Yo tuve los mismos profesores que Bartolo. La mayoría eran servidores públicos con una vocación y una entrega admirable. La economía es una ciencia social y en las clases nos ensañaban a hacer el bien, a solucionar problemas para evitar crisis y, cuando se producían, a tomar medidas para reducir cuanto antes la tasa de paro. Nos enseñaban técnicas para gestionar eficientemente empresas o instituciones.
Uno de los mayores problemas de nuestra sociedad es que sigue sin ser meritocrática. Hemos avanzado mucho durante la democracia pero aún tenemos mucho que aprender de otros países que han conseguido mayores niveles de renta por habitante.
Que el PP eligiera para alcalde de Alcalá a uno de los peores alumnos de mi facultad y que fuera votado por mayoría absoluta le ha salido a carísimo los alcalaínos. Los costes de la corrupción son los más visibles y los que más repugnancia generan. Pero la gestión de Bartolo en el ayuntamiento fue desastrosa. Como me enseñó uno de mis profesores de la facultad (Bartolo seguramente ni asistió a sus clases): en economía es clave no perder el sentido de la magnitud.
Los ayuntamientos en promedio tienen una deuda del 50% de sus ingresos anuales. Madrid, donde la gestión de Gallardón y Botella fue desastrosa, dejó una deuda del 150% de los ingresos, el triple que el promedio nacional. Bartolo en Alcalá dejó una deuda del 275% de los ingresos anuales. Casi seis veces el promedio nacional y el doble del Madrid de Gallardón.
Bartolo dejó además una estructura burocrática sobredimensionada con un déficit insostenible. El actual alcalde del Psoe se encontró con una ciudad rescatada como Grecia, con Montoro exigiendo un plan de ajuste draconiano para darles dinero y pagar a sus funcionarios y proveedores. Bartolo dejó la caja vacía y con más agujeros que un queso gruyere.
Este economista observador está obsesionado, como Giner de los Ríos, con la meritocracia y la educación en valores. Todavía tenemos que cambiar muchas cosas, pero sobre todo tiene que cambiar el PP. Sólo será posible si los españoles dejamos de votarles cuando se equivocan y son corruptos, como es el caso de Alcalá.
Yo no soy corrupto, mis profesores (que fueron los de Bartolo) no eran corruptos y los alcalaínos, por supuesto, tampoco. La antipolítica es igual de dañina que la corrupción a la que supuestamente quiere combatir. España necesita buenos políticos, buenos empresarios, buenos trabajadores. Necesita que los puestos sean ocupados por los mejores en la universidad, en la obra o en los ayuntamientos.
Bartolo ha sido una deshonra para mi universidad y para Alcalá de la que soy hijo adoptivo. Los alcalaínos ya han aprendido la lección y han elegido un alcalde honesto, eficaz y que se deja la piel por su ciudad y por sus vecinos. Esperemos que nunca olviden esa lección o estaremos condenados a repetir los mismos errores.