Mi artículo publicado en El País.
El 20 de diciembre sonaron las trompetas pero no del Apocalipsis, eran de la muralla de Jericó. El empleo cayó en el primer trimestre, como todos los primeros trimestres, pero con menor intensidad que el pasado año. Los españoles somos muy autocríticos pero podemos sentirnos orgullosos. Tras padecer una dictadura fascista durante 40 años, en otros 40 años hemos construido una democracia con un Estado y una burocracia que funciona con normalidad, incluso en un periodo excepcional de ingobernabilidad. Aún así, 4,8 millones de parados, 1,1 billones de deuda pública y 1,8 billones de deuda externa exigen tomar decisiones. Esperemos que la aritmética el 26 de junio sea más favorable para formar un buen Gobierno.
Incluso las horas trabajadas cayeron menos que en el primer trimestre de 2015 y en el 2014. Hay un efecto Semana Santa que este año fue en marzo, pero aún así nuestra economía está resistiendo mejor que el resto de socios europeos el impacto de la crisis de comercio internacional. Hemos tenido ayuda externa.
El BCE puso en marcha por fin el plan de compra de deuda pública que paró el desplome del crédito en España, bajó significativamente los costes de financiación de las empresas y depreció el euro un 25% lo cual abarató nuestras exportaciones sin necesidad de bajar los salarios. El desplome del precio del petróleo también ayudó. Y el resto lo puso Rajoy que siguió los consejos de Syriza y Podemos y aumentó el déficit estructural más de un punto de PIB.
Bajó el IRPF, aumentó 4,5% la partida de salarios, un 13,5% la de gasto corriente y burocracia de la administración central y un 20% la inversión. Las comunidades también se desviaron. Destacan Catalunya donde la prioridad es la independencia y la economía es auxiliar. Y Valencia que infló los ingresos y ocultó gasto en su presupuesto de 2015, como en 2011, por importe de 2,8% del PIB y explica el 100% del déficit. El PP gobernaba Valencia y Rajoy antepuso por enésima vez sus intereses electorales al interés general.
La economía se desacelera y en 2016 la creación de empleo será inferior a la de 2015. El nuevo Gobierno heredará un ajuste fiscal pendiente tras el despilfarro del pasado año que tendrá un impacto negativo. El FMI y el Banco de España estiman 300.000 nuevos empleos en 2017 y los riesgos ponderan a la baja. La calidad del empleo creado deja mucho que desear. El sector servicios creó nueve de cada 10 empleos el último año con la productividad estancada. Mientras no aumente la productividad el empleo y los salarios serán precarios y seguirá aumentando la desigualdad.
El paro de larga duración se reduce pero sigue en 2,7 millones de personas, la mayoría ya sin prestación y en pobreza severa. Y el empleo de menores de 35 años siguió cayendo en el último año y desde la reforma laboral de 2012 se ha destruido casi un millón de empleos de jóvenes. Un balance de legislatura desastroso explica el agujero en el sistema de pensiones de 20.000 millones generado desde 2011.