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Inventar en España y el Estado de Bienestar

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En los últimos cuarenta años los españoles hemos construido un estado del bienestar sin duda insuficiente y mejorable, pero nos hemos acercado a los estándares de nuestros socios europeos. No obstante, la crisis profunda -y alargada innecesariamente por el rescate de 2012- ha complicado la sostenibilidad del mismo.

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En el fantástico cuadro que han elaborado mis amigos de Cinco Días se observa el ratio básico para analizar la sostenibilidad del estado de bienestar que es el número de personas que reciben dinero del mismo y el número de personas que trabajan y pagan impuestos para sostenerlo. En 1982 todos ponían en duda que fuéramos capaces de construir el edificio con una renta por habitante una cuarta parte de la actual.

Por lo tanto, los españoles nos merecemos al menos el beneficio de la duda y algunos estamos convencidos de que hemos mejorado nuestro capital humano, nuestro capital físico e infraestructuras y que estamos en condiciones de conseguirlo. Pero negar la realidad y ser una fábrica de excusas y lamentos es el camino más rápido para acabar con el mayor logro de nuestra democracia.

La prioridad es reducir el número de parados y ponerlos a trabajar. Si se van de España o se desaniman y dejan de buscar empleo, como ha sucedido desde 2011, bajará la tasa de paro pero el estado de bienestar seguirá amenazado. Rajoy heredó un sistema de pensiones con las cuentas equilibradas y deja un agujero de 15.000 millones.

Crear empleo es condición necesaria, pero no suficiente como hemos comprobado desde 2014. Hacen falta empleos a tiempo completo y con mejores salarios. Los simplistas dirán: subamos los salarios artificialmente. Pero en un mundo global y  con una economía tan abierta, las subidas de salarios vienen después de mejoras de productividad. Si subes los salarios un 30%, las fábricas de coches se irán, tendremos menos cotizantes a la seguridad social y no habrá dinero para pagar las pensiones.

¿Cómo se sube la productividad? Los españoles lo sabemos bien: o aumentando el capital por trabajar, o haciendo un uso más eficiente del capital humano y  físico. En 1975 el capital por trabajador en España era la mitad que el de nuestros socios europeos; hoy estamos por encima de la media. Por lo tanto, lo que necesitamos en España es hacer un uso más eficiente e innovador de los recursos.

Lo que nos enseña la historia económica es que son los empresarios los que resuelven el puzle. Pero no todos son empresarios innovadores, como nos enseñó Schumpeter, los que incorporan mayor complejidad tecnológica, patentes, nuevos diseños, diferenciación de marca, etcétera que les permiten aumentar los precios de sus bienes y servicios, aumentando su cuota de mercado y subir los salarios. El estado tiene las universidades y la investigación y debe colaborar en el objetivo. Pero todos los países que han intentado sustituir al empresario innovador han fracasado en el intento.

Debemos analizar por qué en España tenemos un problema de crecimiento empresarial que hace que tengamos más microempresas que nuestros competidores, con empleos más precarios y menores salarios. Las empresas españolas medianas y grandes  tienen niveles de productividad similares a sus competidores, pero suponen un porcentaje menor que en los países con mayor renta por habitante. Debemos empezar por los empresarios que ya están y encontrar la hormona del crecimiento para que sus empresas incorporen más tecnología, más capital humano, más diseño, más desarrollo de marca, etcétera.

Lamentablemente, Rajoy ha recortado en educación, en I+D+i y en apoyo a la internacionalización de nuestras empresas y nos ha alejado del objetivo. Y nuestros empresarios han apostado por crear empleo en sectores de baja productividad y bajos salarios como el turismo de sol y playa a todo incluido por 50 euros.

En el otro extremo, Podemos propone subirle a las empresas todos los impuestos para financiar el estado de bienestar y subir los salarios artificialmente por ley. Esto provocaría deslocalización de empresas, menos empleo y menores pensiones. Luego nos cabrearemos, criticaremos la globalización y diremos que las deslocalizaciones son malas olvidando que gracias a deslocalizaciones de Francia y Alemania los españoles salimos del subdesarrollo en los años sesenta y construimos el estado de bienestar en los años ochenta.

Ciudadanos sí pone el énfasis en mejorar la calidad y cantidad de nuestras empresas innovadoras, pero con propuestas demasiado teóricas, copiadas de otros países con instituciones que los españoles no tenemos y que se tardan décadas en desarrollar. Y su propuesta fiscal a corto plazo provocaría una caída de recaudación de unos 15.000 mill que pondría en riesgo la reducción del déficit, el pago de nuestra deuda pública y nos abocaría a una grave crisis financiera y un nuevo rescate cuando el BCE deje de comprarnos deuda pública, seguramente en 2017.

El Psoe siempre ha hablado del largo plazo. Pero su modelo de hormona del crecimiento empresarial es antiguo y con demasiada intervención pública y ya hemos comprobado desde los años ochenta que no ha funcionado. Y también propone aumentar los salarios artificialmente un 5% muy por encima del 2% de objetivo de inflación del BCE que debe ser el referente, y el otro la productividad y los beneficios.

Este es el debate clave que necesita nuestra querida España para salir de la crisis. Debe ser un debate honesto y huir de la maldición de Unamuno y la visión pesimista de la generación del 98 de “que inventen ellos”. Tenemos que inventar nosotros, tenemos que patentar y desarrollar negocios globales en España y tenemos que atraer talento internacional para que inventen y creen empleo aquí. ¿Tu montarías una empresa en Berlín o en España cerca de la costa y con 250 días de sol al año para disfrutar? Sin olvidar los bajos costes de transporte aéreo y el esfuerzo que se hizo desde 2004 a 2011 por mallear con banda ancha digital la mayor parte de nuestra querida España.

Cada día tenemos más empresas innovadoras en España, pero necesitamos muchas más y que se hagan más grandes para bajar la tasa de paro y, a la vez, recuperar el estado de bienestar que mayoritariamente desean los españoles. Necesitamos que aumenten sus ventas, que creen mejores empleos y que paguen más impuestos. Pero en vez de preocuparnos y cabrearnos, ocupémonos en conseguir el objetivo. Nuestros jóvenes y nuestros pensionistas estarán eternamente agradecidos.