Mi artículo publicado en El País.
Los precios de las Bolsas y los activos con riesgo comienzan a reflejar el temor de los inversores a una nueva recesión. Como nos enseñó el gran economista Paul Samuelson las Bolsas han anticipado 10 de las últimas tres recesiones. Los modelos de predicción económica también fallan en la predicción de crisis. Pero lo que sí podemos es analizar tendencias y decir si son sostenibles.
Según el FMI y la OCDE, en 2015 el PIB mundial creció próximo al 3%, su menor tasa desde 2009. Muchos economistas estiman que China ha crecido realmente próxima al 4%, no al 7% como dice su Gobierno, por lo que el PIB mundial estaría próximo al 2,5%. Ese fue el crecimiento mundial en 2001 tras el pinchazo de la burbuja tecnológica y la recesión en EE UU. Pero aún está muy lejos del 0,03% que creció la economía mundial tras la Gran Recesión.
Para caer en otra Gran Recesión necesitamos otro Lehman. Pero, como nos enseñó el maestro Minsky, el fenómeno financiero es impredecible. Los dos eventos más probables son una crisis bancaria en China o en Europa. En China ha pinchado la burbuja industrial y muchas fábricas habrá que cerrarlas e impagarán sus créditos. Y muchos promotores inmobiliarios, también. China tiene que gestionar su crisis bancaria pero cuenta con 3,2 billones de dólares en reservas para hacerlo sin necesidad de un rescate del FMI y un ajuste fiscal duro. Aun así, el crecimiento chino estará débil por un tiempo. La demanda de importaciones china se ha frenado en seco y tiene fuerte impacto sobre el comercio mundial, especialmente sobre sus vecinos asiáticos.
Deustche Bank tiene el triple de pasivos que Lehman, necesita capital y es improbable que sea privado. Deutsche tiene acceso ilimitado al BCE, Lehman no tenía acceso a la Fed y murió por asfixia de liquidez.
Pero Merkel tendrá que reconocer su enésimo error en la crisis y modificar su directiva que obliga a que antes de que entre dinero público de los contribuyentes alemanes, los bonistas asuman pérdidas. Esto provocó el caos tras Lehman y volvería a hacerlo si se aplica la directiva. La crisis de Deutsche confirma el fracaso de supervisión de la Bafin alemana y también del BCE, cuyos test de estrés no son fiables. Europa debería aprovechar para sanear y recapitalizar su sistema bancario y comenzar un plan ordenado de reestructuración de deudas como el Plan Brady en 1987.
China crecía al 10% y ha podido resistir el impacto de la crisis. Grecia sigue en recesión, Portugal está entrando de nuevo, Italia crece al 0,1% trimestral, Francia un 0,2%, Alemania un 0,3% y el impacto les meterá en recesión. En España las exportaciones y la inversión empresarial ya se han frenado en seco y el consumo pierde intensidad pero es resilente.
La política monetaria heterodoxa era necesaria para evitar la ruptura del euro y frenar la deflación pero ineficaz para reactivar la actividad. El Plan Juncker acertó en el diagnóstico pero erró en el diseño. Europa necesita un plan de inversión pública contundente o todo es susceptible de empeorar.