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Hay Vida Después de la Crisis en Brasil

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El pasado viernes nos acostábamos con la renuncia del ministro de economía de Brasil. Para un país en el foco internacional en medio de un proceso de destitución de su Presidenta sin duda es una mala noticia. La crisis económica provocó la crisis social, institucional y política y ahora la solución de la crisis política es clave para resolver la crisis económica. La vieja idea de Marx de analizar la economía, la sociedad y la política conjuntamente vuelve a demostrar ser acertada.

No obstante, en la crisis económica la dinámica cíclica y de los precios relativos empieza a surtir efecto. De nuevo, como sucedió en España, se pone el foco en lo fiscal, pero la crisis fiscal es el efecto no la causa de los problemas de Brasil. Eliminando el pago de intereses, Brasil tiene equilibrio primario mientras España tiene un déficit próximo al 2% del PIB.

Brasil tiene una prima de riesgo de unos 500 pb, similar a la de España durante el rescate de 2012. La diferencia es que España pertenece a la Eurozona, el BCE tiene los tipos al 0%, monetiza el 100% del déficit público con compras directas de deuda pública y sin fuga de capitales. Mientras el Banco de Brasil tiene los tipos próximos al 15% y no consigue frenar la fuga de capitales.

La diferencia es que España con una deuda pública del 100% del PIB paga 3% del PIB en intereses. Mientras Brasil con la mitad de deuda paga el triple en intereses. La variable clave es que los inversores internacionales y domésticos recuperen la confianza en el país para estabilizar la inflación y volver a crecer. Si eso sucede, bajarán los tipos de interés y se reducirá el déficit.

La pregunta del millón de dólares es ¿cómo se consigue eso? Nadie lo sabe. El problema ahora es que hablar bien de Brasil está mal visto y ningún analista o periodista internacional se atreve. Tienen que ser economistas observadores los que asuman el riesgo, sabiendo que si suceden hechos imprevistos en el futuro que complican el escenario le acusarán de equivocarse en sus previsiones y les culparán a ellos de la crisis.

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Asumamos el riesgo. El problema de Brasil en 2014 es que con la caída del empleo los salarios seguían creciendo por encima de la inflación. Pero como se observa en el gráfico los salarios reales se han frenado en seco y caen por primera vez desde la crisis de 2003.

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Esto, más la subida de tipos de interés del banco central, explica que el dinero en circulación ha moderado significativamente su crecimiento en 2015 hasta el 5%, niveles de nuevo de 2003. Como explico en mi curso La Economía para Todos, la inflación es un fenómeno monetario. Y si frena el crecimiento del dinero acabará bajando la inflación.

Ahora la inflación es del 10%, pero por el aumento de precio de servicios públicos que estaban subsidiados y que el gobierno se ha visto forzado a subir por la crisis. Eliminando esos precios y el de energía y alimentos, la inflación ya está próxima al 5%, un nivel más que razonable para un país emergente y con una devaluación tan intensa del tipo de cambio en el último año.

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En el gráfico anterior se observa como el tipo de cambio se ha depreciado con fuerza y los salarios de los trabajadores brasileños en dólares ya son competitivos como en 2004, cuando iniciaron el ciclo de crecimiento más expansivo de las últimas décadas.

La prioridad sería tener un presidente del banco central creíble que sea capaz de explicar este relato dentro y fuera de Brasil para eliminar el temor de los inversores a un deriva inflacionista que acabe en impago de la deuda. India lo consiguió con Rajan en 2013, ex economista jefe del FMI, con gran prestigio internacional y, sobre todo, un gran economista extremadamente sensato. Espero que entiendas querido lector que la dimisión del ministro de economía incrementa más los miedos lejos de relajarlos.

El problema ahora es político y social. Aquí el silencio de este economista observador tienen más valor que sus palabras. No conozco la dinámica interna y no me atrevo a opinar, como si hacen muchos analistas.

Pero si puedo anticiparte que también Hay Vida Después de la Crisis en Brasil, igual que la había en España como conté en mi libro en el peor momento de la depresión. No obstante, al igual que en España que el PIB empiece a crecer no significa que Brasil salga de la crisis. Hay excesos tras un ciclo tan largo que se tienen que digerir y llevan su tiempo.

Brasil necesita una economía más atractiva para hacer negocios. Pasa por mejorar su modelo de negociación colectiva que es claramente inflacionista, por mejorar la seguridad de los trabajadores con mejor seguro de paro y mecanismos de compensación de rentas para evitar frenazos tan bruscos como el de 2015. Pasa por mejorar la infraestructuras,  como por ejemplo conectar el aeropuerto de Sao Paulo con la ciudad mediante el transporte público y reducir la cantidad de horas perdidas en ese trayecto. Pasa por reducir la burocracia y mejorar la calidad de las leyes y su cumplimento, con reguladores fuertes e independientes. Y pasa, sobre todo, por la educación y mejorar el capital humano, especialmente de las familias más pobres para que sus hijos puedan escapar de la trampa de la pobreza.

Tras 25 años estudiando los mercados, esta situación es muy conocida para este economista observador. En algún momento Brasil será oportunidad de inversión. Pocas veces los fondos de pensiones y soberanos internacionales tienen oportunidad de comprar bonos al 15% con inflación del 5% y tipo de cambio infravalorado. Ahora nadie se atreve a invertir en Brasil y a los aventureros les acusaran de especuladores y defensores del capitalismo salvaje. Hasta Cuba intenta conseguir a traer inversión extranjera. Y pronto Colau, Carmena y Kichi también lo intentarán. Ya veremos sin con éxito.

Esta semana he estado con José Antonio Llorente, de Llorente y Cuenca, la mayor multinacional de comunicación de nuestra querida España que acaban de comprar un negocio en Brasil. ¿Razón? Buenas perspectivas de crecimiento a largo plazo y precio atractivo gracias principalmente a la depreciación del real brasileño.

Las empresas españolas siguen apostando con buen criterio por Brasil, aunque hay que ser muy prudentes con la gestión de riesgos. Ahora falta que el próximo gobierno acompañe con la política exterior, también en México, India, China, Polonia y Oriente Medio, donde se va a concentrar el crecimiento de las clases medias en la próxima década. Lamentablemente la legislatura de Rajoy ha sido la más pobre en política exterior desde la de Aznar en 1996.