Ayer los madrileños recibimos una mala noticia. El ayuntamiento ha decidido no renovar los contratos con las agencias de rating. El argumento es que ya no tienen pensado emitir bonos y por una cuestión de ahorro (hablan de ahorrarse 100.000 euros). Para la mayoría de los madrileños es un dineral. Pero cualquier madrileño que divida 100.000 euros entre 5.000 mill de deuda que tiene el ayuntamiento entenderá que Carmena nos acaba de ahorrar una diezmilésima parte de la misma.
La decisión la ha tomado hoy pero tardaremos décadas en devolver la deuda. La pregunta que enseñamos a nuestros alumnos en las facultades de económicas es ¿permitirá esta medida aumentar o disminuir el coste de refinanciar esa deuda en el futuro? Cualquiera que tenga unos conceptos a nivel de usuario de cómo funcionan los mercados de bonos sabe que aumentará el coste de devolver la deuda y lo pagaremos los madrileños con impuestos y peores servicios.
Madrid es el ayuntamiento más endeudado de España por una pésima gestión de Gallardón y Botella. La deuda sobre ingresos anuales es del 150% y el promedio de ayuntamientos de nuestra querida España está en 50%. Carmena fue votada por el cansancio de esa pésima gestión y el hedor a corrupción de Madrid después de dos décadas del PP que era insoportable.
Fue un cambio que muchos aplaudimos. Tengo un gran concepto de la alcaldesa y una juez experta en derecho laboral y asuntos penitenciarios no tiene que saber de temas financieros. Pero un alcalde que maneja uno de los mayores presupuestos de España, muy superior a la mayoría de comunidades autónomas, debería rodearse de un equipo que le permita discernir si la decisión de hoy mejoraría o empeoraría la vida de los madrileños.
Ha quedado evidente que Gallardón y Botella no estuvieron bien asesorados y tomaron decisiones suicidas que han llevado a Madrid a ser intervenida por el ministerio de Hacienda. Pero es evidente que sigue sin haber ningún indicio de vida inteligente en el ayuntamiento. Carmena podía aprender de Tsipras que tras ocho meses de revolución, tras las nuevas elecciones, se ha marcado como objetivo recuperar el acceso a los mercados para dejar de depender de la Troika cuanto antes.
Podía aprender de Mujica y los uruguayos que en 2002 asumieron el pago íntegro de su deuda, refinanciaron sus bonos a 50 años con ayuda del FMI e hicieron un plan prudente de política económica para volver a los mercados y financiarse al 5%. Y debería aprender que no hay que hacer como el Ecuador de Correa y la Argentina de Kirchner que se financian al 15% y consiguen muy poco dinero.
Cualquiera que sepa algo de mercados de bonos sabe que no hay acceso a los mercados sin la señal de las agencias de rating. Este economista observador criticó con dureza en su libro Hay Vida Después de la Crisis a las agencias, su falta de rigor en los criterios para determinar el rating, su prociclicidad, sus conflictos de intereses, etcétera. Pero los madrileños votaron a Carmena para resolverles sus problemas, no para crearles más, ni para dirigir un centro de debate sobre la gobernanza de los mercados financieros globales.
Hoy Carmena ha quedado en manos exclusivamente de los bancos locales y tendrán mayor poder de fijación de precio sobre las refinanciaciones y los nuevos créditos. Es increíble que encima estos pichones que gestionan una de las mayores ciudades de Europa exhiban en público su ignorancia al negociar con una agencia de rating. Si el nivel de los analistas es bajo, que lo es, es más sencillo llevártelos al huerto, calmar sus temores y rebajar tus costes de refinanciación de la deuda. Si vas a impagar deuda, hazlo un viernes con los mercados cerrados. Pero, como en las películas del oeste, sólo a un grupo de colonos novatos se les ocurre hacer fuego en medios de las praderas de día para que los indios lo vean.
Los del PP nos dejaron a los madrileños endeudados hasta las cejas y Carmena y su ejercito de jóvenes inexpertos acaban de empeorar la situación en vez de resolverla. Ya no valen las rectificaciones y decir que se equivocaron. Los indios ya te han visto. Crédito viene del latín creer y ya no te creen. Cuando todo salga mal culparán a los malvados mercados, al 135 o a las manchas solares. Pero sufrirán los efectos de sus propios pecados.
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