Mi artículo publicado ayer en El País
Llega la primavera y las previsiones del FMI. Si miras el agregado la economía mundial crecerá el 3,5% y por lo tanto el mundo va bien. Pero la composición ha cambiado mucho desde el otoño. El principal cambio es la caída del precio del petróleo. El FMI, usando por convención la curva de futuros, supone que estará en 58 dólares por barril de promedio en 2015. La otra, la apreciación del dólar, también por tipos futuros, supone 1,13 contra el euro. EE. UU. y China, que tiene un tipo de cambio fijo contra el dólar, aumentan su peso y en términos nominales el mundo crecerá un 3%, el mayor crecimiento desde 2011. Los países productores de petróleo explican solo el 12% del PIB mundial. Por lo tanto, la caída de los precios del crudo tiene un efecto expansivo, al aumentar el crecimiento de los países desarrollados que son compradores netos de crudo.
Pero el mayor cambio es en los emergentes. Los países productores de la mayoría de materias primas continuarán en 2015 un frenazo brusco en el crecimiento, si los supuestos de precios actuales se cumplen. El mundo ya es emergente. Sólo China y la India suponen casi una cuarta parte del PIB mundial y explicarán la mitad del crecimiento y de la inversión mundial. Ambas economías concentran el 40% de la población mundial.
Por lo tanto, el crecimiento y la inversión per cápita se ha normalizado tras siglos de retraso y declive económico. Tras la crisis del euro y el frenazo del comercio mundial, el Gobierno chino se embarcó en el cambio de modelo de crecimiento, pero el peso del consumo en el PIB ha caído desde 2012.
China sigue siendo una economía liderada por la inversión, pero las exportaciones ya no justifican ese esfuerzo inversor. Y esa sobreinversión y exceso de capacidad tiene efectos deflacionistas sobre el resto de países. En el primer trimestre, el crecimiento se ha moderado hasta el 5% anualizado y el primer ministro Li ya ha advertido que será difícil cumplir el objetivo de crecimiento del 7% del Gobierno y del FMI. India crecerá 7,5%, su mayor tasa desde 2010, pero con la mitad de inflación y casi con equilibrio con el exterior. América del Sur estará casi estancada, por el frenazo de Brasil. La economía carioca padece estanflación, una patología que sufrimos en Europa en los años ochenta. La inercia inflacionista es muy fuerte y costará estabilizar las expectativas de inflación y salariales. México se beneficia de la bonanza de EE UU.
Europa mejora, pero crecerá menos de la mitad que el mundo y que EE UU. España crecerá próxima al promedio de los países desarrollados, pero con la mayor tasa de paro, solo superada por Grecia. El FMI dice que la economía helena crecerá un 2,5%. Grecia vive en el filo de la navaja. Si acaba saliendo del euro, la inestabilidad puede hacer que estas previsiones sean papel mojado. Pero si no sale es un escenario razonable. Solo Tsipras sabe si acabará asumiendo las condiciones del rescate o apretará el botón rojo. Como diría el clásico hay dos tipos de economistas: los que hacen previsiones y los que nunca se equivocan.